En tiempos de la dictadura de Stroessner, sobre todo en el último período cuando se produjo el gran resquebrajamiento institucional de la república por el desmedido afán de poder del dictador y sus adláteres, hubo, en la iglesia católica, reductos para la esperanza y la denuncia, gestados en torno a la figura de monseñor Ismael Rolón Silvero, arzobispo de Asunción y presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya, quien marcó a fuego una posición de severa crítica contra el gobierno.
Entre esos reductos que existían y que cobraban fuerza figuraba la parroquia “Beato Roque González de Santa Cruz”, en la calle 3ª. Proyectada (Lomas Valentinas) entre Independencia Nacional y Yegros. Como ocurre siempre, los sitios los hacen las personas y el párroco de “Beato Roque” no era otro que el respetado, corajudo, valiente y formidable sacerdote Américo Ferreira, el Paí “Ameriquito”.
Entre otras flagrantes y desafiantes desobediencias de “Ameriquito” al régimen que tenían lugar en ese territorio liberado que era su parroquia, cada 16 de mayo, desde 1973 en adelante, se celebraba una misa en memoria de José Asunción Flores quien, como sabemos, falleció en Buenos Aires, en el exilio, el 16 de mayo de 1972. Américo convocaba a artistas comprometidos, a correligionarios del maestro -vaya paradoja: se oficiaba una celebración religiosa recordatoria de un convencido comunista- y allá acudíamos todos los “revoltosos” de la época, guitarras en ristre, porque lo bueno, aparte del valor personal del cura de “tocarle la oreja”9 a la dictadura con esa celebración, venía al terminar la misa cuando se armaba una suerte de peña, un ritual de recordación, no solamente a Flores, sino a los luchadores por la liabertad.
En una de esas ocasiones y durante el desarrollo de la eucaristía, Américo advirtió la presencia de una persona robusta, fornida, que cámara en mano fotografiaba todo cuanto ocurría. Inquieto el cura por los constantes movimientos del fotógrafo, en un momento dado ya no aguantó, paró la misa y le dijo a la persona en cuestión: “Nde, che ra’y… ¿ndéiko fotógrafo?” (“Vos, mi hijo, ¿sos fotógrafo?”) y el otro le contestó: “Sí, Paí, ha’e…” (“Si Padre, soy”). Entonces Américo, haciendo galas de su particular coraje cívico le dijo: “Pero nde rova pyragueterei… Tereho chéve ko’águi, ¡fuera!” ”(Pero tenés demasiado cara de ‘pyragüé’10… Andate de aquí, fuera”, y lo echó, ante el aplauso generalizado de la concurrencia.
Lo más interesante es que acertó, porque aquel supuesto fotógrafo era un importante informante de la policía política del tenebroso Pastor Coronel11. Pero hablar de eso sería motivo de otro apartado.
8 En jopará: “¿Vos sos fotógrafo?”
9 Expresión que significa desafiar y provocar a alguien para que reaccione. Por lo general, encierra un sentido de superioridad del “ofensor” sobre su oponente.
10 Etimológicamente pyragüé significa “pies peludos”; al informante de tiempos de la dictadura de Stroessner se le asoció con este término por la forma en que realizaba su tarea, de manera sigilosa, prolija, y siempre tomando notas que luego se convertirían en un informe que debía entregar a su inmediato superior.
11 Pastor Milciades Coronel fue el Jefe del Departamento de Investigaciones de la Policía de la Capital durante gran parte de la dictadura del general Alfredo Stroessner. Es considerado como el personaje emblemático del salvaje sistema represivo policial de ese gobierno y responsable de múltiples casos de violaciones a los derechos humanos.