Corría, casi seguro, el año 2004, y Jorge Garbett, mi hermano, dirigía el Centro Paraguayo Japonés (el ya histórico CPJ), dependiente de la Municipalidad de Asunción. Una mañana, estando en su oficina, se acercó una persona a la mesa de entradas de la dirección pidiendo hablar con el director. Sería un hombre de no más de 40 años, acompañado de un chico regordete y de tez muy morena, vestido de negro, pequeñito y, al parecer, algo retraído. Ante el pedido del visitante de hablar con él, Jorge accedió a recibir a la pareja.
El señor en cuestión resultó ser el tío del pequeño que lo acompañaba; saludó muy educadamente, se presentó y le dijo: “Él es mi sobrino; tiene conocimientos de piano con formación autodidacta; le encanta la música de ‘Sembrador’, por eso quería conocerlo y, sobre todo, le gusta mucho el piano del maestro Óscar Cardozo Ocampo”. Óscar falleció en el 2001 y nosotros –“Sembrador”- habíamos grabado con él dos de nuestros discos más queridos y memorables: “De amores y recovas” y “Encendiendo sueños… en tus caminos Latinoamérica”. En esos discos, grabados en vivo desde sendos ciclos de conciertos que habían tenido lugar justamente en la Sala “Agustín Pío Barrios” del CPJ, había solos de Óscar al piano y también su acompañamiento a nuestras voces.
Terminadas las presentaciones el visitante siguió diciendo que al jovencito le gustaría mucho y es uno de los sueños de su vida poder tocar el piano del CPJ con el que tocaba y actuaba el Maestro Cardozo Ocampo. Entonces Jorge le dijo: “Bueno, perfecto. Podemos agendar un tiempo en algún momento…” con una respuesta más bien evasiva y de circunstancia. Para su sorpresa el visitante le retrucó: “Pero en realidad, él quiere tocar ahora, si es que se puede…” Ante petición tan insistente como convencida Jorge accedió y pidió a Alejandrino “Chondi” Paredes, el mítico integrante de “Juglares” y “Ñamandú” y compañero de la primera hora en los recodos del Nuevo Cancionero, por entonces funcionario municipal en el CPJ, que guiara al teatro a sobrino y tío.
Cuenta “Chondi” que el piano de media cola estaba, como era habitual, en el escenario. El chico se sentó en el taburete frente al instrumento y empezó a tocar… Al instante, surgió una suerte de halo mágico que envolvió todo el escenario y a la platea acudieron presurosos los antiguos funcionarios del teatro que habían trabajado con el maestro Cardozo Ocampo, y que se preguntaban qué estaba pasando que se oía exactamente el toque mágico del gran músico ya desaparecido. Por su parte, “Chondi” acudió velozmente a la Dirección diciéndole a Garbett que debía escuchar y ser partícipe de aquel hallazgo…
Ese niño, que entonces tenía 14 años, era y es un prodigio de la música. Tiene oído completo u oído absoluto y cuando tomó clases de piano no solo admiró a sus profesores, sino que obligó a muchos de ellos a reconocer que no tenían nada que enseñarle, instándole a seguir su camino autodidacta.
A partir de ese encuentro con Garbett, este musicazo fue parte de la vida de “Sembrador” hasta que en agosto de 2018 resolvimos retirarnos de los escenarios y de la esfera pública. Hoy sigue, con bastantes más años que los 14 que tenía entonces, deleitando al público con su maravilloso toque bautizado por el propio Garbett como “mezcla del buen gusto de Óscar Cardozo Ocampo y el elaborado sabor jazzístico de ‘Lobito’ Martínez…”
Aquel niño no es otro que el más importante pianista de la actualidad, no solo en nuestro jazz, sino en toda nuestra música popular: el admirado Giovanni Primerano.